La comedia del arte

Aunque proceda del teatro, la expresión italiana “commedia dell’arte” parece premonitoria de otras comedias y otros artes ajenos a la dramaturgia. Tal vez el título "Comedian" asignado al famoso plátano de Maurizio Cattelan no sea tan arbitrario como pudiera parecer a primera vista, y quizás encierre toda una declaración de intenciones. Si en el primer acto de esta comedia causaron estupor los 120.000 dólares pagados por un plátano, el pasmo es indescriptible ahora que un inversor chino ha elevado la cifra a 6,2 millones de dólares. Cabe esperar que, tras esta apreciación millonaria, la cotización del susodicho plátano no deje de crecer y alcance, en futuras subastas, las cifras astronómicas que harán profético su título: pocas veces en la historia del arte habrá habido un comediante que tenga más merecido ese nombre.
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La buena, la fe y la mala

Mirando a mi alrededor, observo que, en el tradicional combate entre la fe y la razón, se ha entrometido un nuevo contendiente, que es la emoción, de modo que la razón tiene ahora doble trabajo. O más que doble, porque al menos la fe sigue una trayectoria fija, pero la emoción es caótica e imprevisible.
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La gran ilusión

En mi época de estudiante (y ávido lector de poesía) asistí con encomiable perseverancia a numerosas veladas líricas y florales —organizadas por poetas e intelectuales entonces renombrados y hoy olvidados— de las que siempre salí con la impresión de haber asistido a una actividad más ritual que cultural. En la ceremonia solían participar unos oficiantes que recitaban de la forma más amanerada y antinatural posible versos propios o ajenos ante un auditorio adepto e incondicional. Cuando ponían sus torpes manos sobre los clásicos, los recitantes solían hacer parones y emprender carrerillas que desvirtuaban por completo la métrica y la rima y convertían un soneto en mera prosa prosaica, fechoría que, perpetrada con el suficiente desparpajo, tenía un efecto de éxtasis litúrgico en los asistentes. El mismo fenómeno descubrí en las exposiciones de arte a las que acudí lleno de curiosidad en mi temprana juventud y en las que solía concluir que, si los cuadros se hubieran colgado boca abajo, nadie se habría percatado de ello. Por esa época leí también El retablo de las maravillas cervantino y El traje nuevo del emperador anderseniano, que tanto me ayudaron a comprender la naturaleza humana.

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Democracia discursiva... o discursera

Como buen filósofo nefelibata, siempre aislado en mi burbuja neutra, procuro mantenerme al margen de los arrebatos y fervores de la vida pública. Contra lo que pudiera parecer, no juzgo a los políticos en función del bando al que pertenecen, y tampoco comparto la opinión casi universal de que todos ellos son canalla desaprensiva, pícara y mendaz, ni el nutrido florilegio de epítetos malsonantes que utilizan como forma de diálogo parlamentario. Cuando dicen bobadas, los políticos se limitan a cumplir su objetivo esencial, que es ganar votos. Los culpables, de haberlos, somos los que aplaudimos esas bobadas y las convalidamos con nuestro sufragio.
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El último obstáculo

Para las feministas que lean este blog, que no serán pocas, tengo una buena noticia que contribuirá a reforzar los mensajes del Día de la Mujer recientemente celebrado. La buena noticia es que la igualdad entre hombres y mujeres está cada vez más cerca, y que el mayor obstáculo que la hizo imposible en el pasado lleva camino de desaparecer.
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Los últimos de Altamira

La expresión pictórica parece ser una de las más primitivas y espontáneas formas de comunicación del ser humano y una de sus muestras de espiritualidad más precoces. Antes de aprender a construir chozas y casas, los hombres ya pintaban en las paredes de las cavernas. Desde el fondo del Paleolítico nos han llegado las figuras esquemáticas, las manos en negativo o las representaciones asombrosamente realistas en las que nuestros antepasados plasmaron sus preocupaciones diarias y, subsidiariamente, su sentido estético.
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Las dos mitades del mundo

El feminismo ortodoxo ha rechazado sin ambages la legislación "trans" introducida recientemente en España. Después de haber luchado tanto contra el heteropatriarcado opresor, el feminismo clásico no puede aceptar que cualquier espécimen patriarcal decida, de la noche a la mañana, convertirse oficialmente en víctima del patriarcado —léase mujer— mediante un simple trámite administrativo. Sin embargo, en buena lógica, las herederas históricas de la ideología de género no deberían mostrar extrañeza ante la nueva legislación, perfectamente compatible con esa ideología. Si, como establece la doctrina fundacional de la teoría de género, la feminidad y la masculinidad son meras construcciones socioculturales ajenas a la biología, ¿qué tiene de raro que un hombre decida que su biología no coincide con su construcción social masculina?
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Eurastenia

Un aforismo generalmente aceptado establece que "la historia siempre se repite". Igualmente válido, e incluso más atinado, podría ser su contrario, ya que la historia, si se repite, es de forma aproximativa, pero jamás idéntica. La historia del Imperio Romano es única y no se ha repetido nunca. Como tampoco se ha repetido la historia de Esparta o de Atenas. Por eso es arriesgado emitir diagnósticos facultativos o predicciones clínicas sobre la actual neurastenia europea. Además, según nos enseña Nassim Taleb, siempre existe la posibilidad de que surja un cisne negro que cambie abruptamente el curso de los acontecimientos. Con ese cisne detrás de la oreja, reconozco que meterse a curandero en este caso es harto pretencioso y osado. Pero uno no puede contemplar sin aprensión el panorama (o más exactamente, el eurorama) que tiene ante sí.
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Flecos impolíticos de un asunto muy político

Las recientes negociaciones de investidura entre el PSOE y los partidos independentistas, aun siendo un tejemaneje puramente político, han puesto de relieve algunas deformidades institucionales las que nadie parece reparar, pero que están siempre ahí, como el elefante en la habitación con el que nos hemos acostumbrado a convivir. El susodicho regateo político —básicamente, canje de votos por amnistía— ha mostrado en toda su desnudez e impudicia una anomalía que podríamos llamar "falacia de representatividad".
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Emocracia en Emotilandia

Juan va comiendo un bocadillo por la calle y llega Pedro y se lo arrebata. ¿Tiene Pedro derecho a obrar así, aun cuando argumente que está más hambriento o más flaco que Juan? ¿Y si, en lugar del bocadillo, le quita la cartera alegando que es más pobre o está más endeudado? ¿Y si se trata de la moto o del coche, tiene Pedro derecho a quitarle las llaves a Juan y salir acelerando?

Mi impresión es que, en los casos mencionados, todo el mundo está de acuerdo en censurar el comportamiento de Pedro, tipificarlo como robo y exigir la restitución de lo robado. Digamos que, en tales casos, el derecho natural sigue vigente.

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La rana hervida

Ya con la vejez en perspectiva, contemplo desde las afueras de Madrid el amplio horizonte que cierran las cumbres del Guadarrama y me reconcilio conmigo mismo al pensar que pronto pasaré a formar parte de ese ilimitado reino mineral que se extiende ante mis ojos. La vieja sentencia "memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris" es la jurisprudencia inapelable que me viene entonces a la mente. Incluso, en momentos de especial compenetración y mediante un proceso de mindfulness vibracional, discontinua, magnética y mesmérica, realizo fugaces viajes astrales a ese mundo impasible y profundo y puedo verlo desde dentro. En él prevalece otra forma de eternidad donde todos los afanes de los hombres pierden sentido. En la cronología del reino mineral, lo mismo cuentan tres mil que trescientos mil o tres millones de años.

A escala humana, las pirámides egipcias nos parecen testigos milenarios de épocas pasadas y su perduración nos llena de asombro. En cambio, considerados con distancia mineral, lo mismo cuentan los monumentos erigidos por los faraones que los más modernos rascacielos. Todos ellos sufrirán lentas erosiones, subducciones y metamorfosis geológicas y acabarán dispersos en un manto uniforme e imperturbable de roca y arena. Cuando culmine ese proceso, no quedará ni el más vago recuerdo de lo que fuimos ni nadie para recordarlo y, mucho menos, para juzgarlo. En el reino mineral no caben juicios de valor ni lecciones de historia.

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Dudacionismo y CO2

Como ya es tradición, las oleadas de calor estival han activado las consabidas alarmas políticas y mediáticas, cuyo repiqueteo nos persigue día y noche y nos obliga a dedicar —qué menos— algunas cavilaciones al tema. Posiblemente, las dudas que me han asaltado y los cálculos que he hecho estos días caniculares hayan sido ya formulados con mayor conocimiento y profundidad por autores mejor preparados, pero en todo caso allá va mi cuarto a espadas, más que negacionista, dudacionista.

Para centrar la cuestión, recordemos que, desde que acabó la Pequeña Edad del Hielo a mediados del siglo XIX, la temperatura global ha registrado un aumento ligero y sostenido que el IPCC cifra en 1ºC, más o menos. Para unos, ese aumento es fundamentalmente antropogénico (emisiones de CO2) y augura las peores catástrofes. Para otros, se trata básicamente de una evolución debida a causas naturales y en la que el CO2 desempeña un papel menor.

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