Antropomorfismos

Nobles y plebeyos en el Reino Animal

En nuestra Emotilandia voluntarista, casi todo es relativo y circunstancial, incluso caótico. Una cosa y la contraria pueden considerarse ciertas simultáneamente, y una misma palabra puede tener dos significados opuestos en el mismo contexto. Todo está bajo el imperio de la emoción y su constante mudanza. El templo de la diosa Razón lleva mucho tiempo en ruinas. Hubo un tiempo en que la razón libraba y perdía sus batallas frente a la religión; ahora las pierde frente a la emoción. Como la gente suele votar más con el corazón que con la cabeza, los comportamientos y las decisiones de los políticos siguen el rumbo fluido y caprichoso del mainstream emocional.

No es de extrañar, por tanto, que la reciente Ley de de protección de los derechos y el bienestar de los animales sea, más que una ley de principios, una ley de simpatías y afectos, una norma relativista destinada a proteger, no los imposibles derechos de los animales en general, sino los sentimientos humanos inspirados por algunos animales en particular. Solo así se explica que dos animales casi idénticos gocen o no de la protección de la la Ley en función de la zona de la casa en la que habiten.

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Ciudadana Sandra

La Sala II de la Cámara de Casación Penal argentina ha concedido el habeas corpus a la orangutana Sandra, que lleva 28 años viviendo en cautividad. La consecuencia inmediata de este habeas corpus, basado en la jurisprudencia internacional de la “persona no humana”, es que Sandra será trasladada a una reserva que, según su equipo de abogados defensores, es un paraíso terrenal para orangutanes.

Las fábulas tradicionales nos han acostumbrado a la recreación de personajes animales que se comportan como humanos: leones con cetro y corona, burros flautistas, perros en animado coloquio, etc. Aquí es al revés: son los humanos los que tratan de pensar y, sobre todo, de sentir como se supone que lo hacen los animales. Yo también he cedido a la tentación y trato de ponerme, a fuer de primate, en el lugar de Sandra.

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